Y SIN EMBARGO #28
me/END/you

Preocupados con actualizarnos constantemente, con obtener el último modelo de quién sabe qué, con lucir la insignia del consumidor moderno, informado, a la última.

Minados por ubicuos mensajes que insisten en recordarnos que siempre hay algo mejor, que lo que tenemos nunca es ni será suficiente, es y está destinado a ser antiguo, de la temporada pasada o lo que es lo mismo pero no igual, de hace siglos, que en consumo equivale a una era.

¿Y si decidimos no estarlo?
¿Y si decidiéramos no correr en pos del futuro hecho gadget, vehículo todoterreno o camisa a la moda?

Entonces es cuando descubrimos que estamos obligados. Que lo que parecía una opción no es más que una forma de enmascarar que los propios objetos nos fuerzan a desecharlos.

-Tienen voz propia y ejercen sus mandatos.

El sistema operativo ya no es compatible con el software que necesitamos instalar, el portátil ya no tiene la entrada que requiere el nuevo periférico, la mesa de Ikea no resistió la mudanza, la suela del zapato de la primavera pasada ya se ha despegado.

Todo ello concienzudamente programado para mantener un sistema que nos mantiene a su vez a nosotros. Para mantener nuestro trabajo, para mantener el trabajo de los que mantienen nuestro trabajo, para no romper un ciclo de compra-eliminación-compra más allá del cual produce -hmm… vaya término- pánico mirar.

Y mientras nos preparamos, una vez más, para actualizarnos, llenamos el contenedor de la basura con recursos malgastados. Desechamos trabajo de otros: trabajo diseñado para ser desechado. Objetos con fecha de expiración programada que cumplen sin errores ni retrasos su única función: asegurarse de que recordemos efectuar la siguiente compra.

¿Es ésta la única forma de alimentar el ciclo?
¿Hasta cuándo podrán los recursos soportar una carrera sin meta/s
¿Esperaremos hasta entonces para imaginar alternativas?

jef Safi : pages 38 . . 43.